Los Aires Difíciles

Llevo todo el día dándole vueltas a sobre qué quiero escribir hoy, porque no quiero hablar de 200 cosas en el mismo post... Dudaba entre el documental del 11-S que ya he visto dos veces en este mes, y sospecho que veré más veces, o la noticia de que han abierto varios centros en Madrid donde reciclar el aceite usado de la cocina.

Y en la Renfe me he decidido. Quiero hablar sobre el libro que me estoy leyendo, que cogí en el Bibliometro de Nuevos Ministerios, porque salgo todos los días con la lágrima a puntito de caer -... tiqu¡tiqui-tiquitiqui...- con Los Aires Difíciles, de Almudena Grandes.

Porque me emociona la historia que cuenta, sobre gente que es buena, no solo porque lo es, sino porque lo intenta ser. Y sobre la vida dura, durísima que tienen, y que han tenido, porque la vida ha decidido ya de antemano lo que van a sufrir, porque la vida es una hija de la gran puta no te deja muchas opciones (Nota a navegantes: Un taco, pero no hay ninguno más necesario que este), porque hay cosas que ya están escritas en el pasado, y no vale la pena luchar. Y son personas, personajes, que se equivocan, porque no hay más remedio, pero siempre intentando salir a la superficie, y luchando hasta el final por ser felices con lo que tienen.
Y porque encuentran, rodeados de gente absolutamente diferente a ellos, y tan solos como ellos, una familia de verdad, y eso les hace iguales, y felices, aunque sus recuerdos nunca dejen de hacerles compañía.

Y pese a que Elena me diga que no le gustó porque hay páginas enteras sin un punto (y es verdad, pero hay cosas que hay que escribir así, porque así es como hay que leerlas, con ansiedad, con el corazón en un puño) a mí me está encantando.

Ahora, que ya lo aviso: Estoy en la página 477 de 593. Como el final no me guste, me voy a cabrear mucho. Pero mucho mucho. Porque me voy a poner a llorar, cual magdalena en la Renfe.(Recuerdo: Lloro con los Simpson ¿Que quereis? Soy así de sensible). Aviso: Como no me guste el final, voy a odiar a Almudena Grandes.